miércoles, 29 de abril de 2009

Los cristales

El sol se hizo lluvia
y arreció sobre los cristales
del vagón trémulo.
Se levantó y se dirigió al servicio,
cubículo asfixiante.
Allí, abatido por la obligación de ser en soledad,
pensó en aquellos días en los que,
en una habitación como la palma de su mano,
se hacían el amor y dejaban pasar el tiempo
absueltos, empujados por su juventud.
En honor a los tiempos perdidos
se masturbó murmurando su nombre.