domingo, 7 de febrero de 2010

El mar nunca fue minimo

Los recuerdos, como el amor,
beben de las manos.
Yo di mis manos a cada uno
de los que erigimos como bellos solsticios.
Fueron bien de mis caricias.
Tú, sin embargo...

Nunca entendí por qué marchaste.
¿No te fue suficiente
mi vientre entregado
y necesitaste los labios del mar?
Nunca el mar fue sumamente mínimo.

Te hiciste llamar Dios propio
y lo subestimaste.
No hay mar sin barcos muertos…
Aun así, marchaste.

Alejados de ti, de tu sombra colosal
que todo lo podía
en esta ciudad de abismos,
cada recuerdo
fue convirtiéndose en brizna,
poco a poco,
como la traslación de la Tierra,
hasta ser tan minúsculos
que me pasaron inadvertidos.

No importó tanto, sé ahora.
Tu habías decidido marchar.
Nunca lo entendí.
¿Acaso no florecían jacintos
en nuestros vientres?
Hoy sabemos que el mar
nunca fue mínimo.

viernes, 29 de enero de 2010

Pajaros, calle y niños

“Ha llovido.
Aún las ramasestán sin hojas nuevas.
Cantan. Cantan
los pájaros.
¿En dónde cantanlos pájaros que cantan?”

Juan Ramón Jiménez,
Canción de invierno

Canta el pájaro en su labor melódica
por silenciar los coches.
Mientras tanto, los niños alborotan
(viviendo normalmente su niñez)
entre cometas que vuelan desde sus manos
en su labor simbólica por mantenerlos huidos.
Mientras tanto,
la noche comienza a suceder tácita a la tarde,
sin advertencias,
como procede la caricia inesperada
entre los amantes.
Mientras tanto ,yo te busco necesitada,
también tácita ,
en la contemplación de cometas
que imagino que colean tu nombre,
en la incertidumbre de quien sueña gigantes
con ramos de margaritas por deshojar,
deshojando relojes de agua,
océanos sin voz,
abismos abisales en su pecho,
madejas de hilo
del hilo de tus labios.