domingo, 7 de febrero de 2010

El mar nunca fue minimo

Los recuerdos, como el amor,
beben de las manos.
Yo di mis manos a cada uno
de los que erigimos como bellos solsticios.
Fueron bien de mis caricias.
Tú, sin embargo...

Nunca entendí por qué marchaste.
¿No te fue suficiente
mi vientre entregado
y necesitaste los labios del mar?
Nunca el mar fue sumamente mínimo.

Te hiciste llamar Dios propio
y lo subestimaste.
No hay mar sin barcos muertos…
Aun así, marchaste.

Alejados de ti, de tu sombra colosal
que todo lo podía
en esta ciudad de abismos,
cada recuerdo
fue convirtiéndose en brizna,
poco a poco,
como la traslación de la Tierra,
hasta ser tan minúsculos
que me pasaron inadvertidos.

No importó tanto, sé ahora.
Tu habías decidido marchar.
Nunca lo entendí.
¿Acaso no florecían jacintos
en nuestros vientres?
Hoy sabemos que el mar
nunca fue mínimo.

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