Extraños aprietan mi pecho y todo se desliza
a la velocidad del crecimiento de las uñas.
Siento la velocidad, más que en mi rostro,
en la asfixia de un pecho envasado al vacío.
Las uñas crecen. Las corto. Crecen.
Todo está acelerado como en una fotografía
de cualquier avenida de una garn ciudad
en plena noche.