sábado, 8 de noviembre de 2008

Los domingos

Domingo por la tarde.
Miras en tu hombro:
decrepitud y guirnaldas de hojas secas.
Tu rostro acumula cansancio.
Manos y fotografías extrañas te rodean
como un ovillo imperfecto.
En unos minutos todo se convertirá
en un parque en la noche.
Marcharás insomne y con vacío
en los bolsillos de tus pantalones.
Y la vida mía seguirá girando
como un caballito de tiovivo
en el que cabalga soñador algún niño.

No hay comentarios: